
Llegaba el invierno… estaba segura de que el invierno estaba a las puertas porque el calendario marcaba su llegada… pero el sol seguía fuera con las mismas pocas ganas de irse que tenía ella de que llegara el frío…
Nunca le había gustado el frío demasiado… ni la lluvia… o quizás siempre le habían gustado y lo que de verdad no le gustaba era la nostalgia que le creaban… la hacían sentirse irremediablemente sola… Por alguna extraña razón siempre que llegaba el frío y llegaba la noche cubierta de lluvia ella se sentía la mujer más sola del planeta… quizás la más abandonada… Y justo por eso había desarrollado año tras año un miedo interior al frío…
El sol le daba calidez… y aunque la soledad era la misma al sol y a la sombra ella se sentía protegida al sol… como si el calor que él le daba fuera suficiente para ir sobreviviendo… como si bastara sólo con eso para no ser la misma niña indefensa y sola que era el resto del tiempo…
Hacía ya demasiado que había renunciado al caballero andante que aparecería en una noche lluviosa y de gran tormenta para rescatarla de la alta torre donde la habían encerrado los fantasmas del pasado… Había soñado con él demasiadas veces y otras tantas creyó verle en lo que al final sólo se quedaba en un bonito espejismo que daba paso a la verdadera realidad… Y quizás por eso empezó a odiar demasiado la lluvia… quizás por eso ya no creía en los cuentos ni en los finales felices… quizás por eso se había condenado a vivir encerrada en esa torre vigilada por fantasmas que la acechaban con sólo asomar la cabeza…
Y ahora que el frío estaba a las puertas ella estaba más asustada que nunca… porque sumaban ya demasiados inviernos acostada bajo las mantas llorando y rogando porque el ruido de los truenos cesara de una vez… pidiendo a quien pudiera escucharla que la salvara de las gotas de lluvia que cubrían su vida… y perdiendo poco a poco la esperanza de que eso pasara… asumiendo cada vez más convencida que la salida de la torre estaba cada vez más lejana…
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