
(...)
Quizá esa buena onda radique, precisamente, en eso que no tenés...
–(Ríe) ¡Ese es un pensamiento machista, espantoso! Radica en la premisa de que las mujeres no somos amigas de las lindas, o de las que nos pueden hacer competencia. Yo creo mucho en la complicidad femenina. Admiro a la mujer. No todas son enemigas ni potenciales cretinas que me van a robar el novio.
–¿No son un género complicado?
–Digamos que las mujeres somos lo necesariamente jodidas para sobrevivir en un mundo manejado por hombres. Yo quiero a las mujeres: no estoy todo el tiempo compitiendo ni pensando en agradar al hombre.
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