domingo, 15 de junio de 2014


Sabías que la espera podría prolongarse como suelen hacerlo esas horas en las que lo anhelado se esfuma. Pero ¿quién podría culparte? Sólo necesitabas sentir su aliento en tu cuello una vez más, ver su rostro entre tus piernas dibujando un deseo que se piensa pero que jamás… jamás se dice. Y lo que dicen por aquí es que eres la caricatura de una noche frustrada, los tacones gastados que habrán de colgarse al lado de la cama en la espera de que la siguiente noche sea diferente. Al final, ellos qué saben, tal vez la siguiente persona que cruce la puerta se atreva a encontrarte detrás de todo ese rojo carmín y decida quedarse…

Roxana Blancas


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