
Me pareció extraño ver un hombre corriendo bajo aquella lluvia, pero no era la primera vez que veía a ese mismo hombre. Cada noche cuando estallaba la gran tormenta y el agua caía sin piedad, él salía a la calle, se sentaba en un banco frente al estanque del parque y dejaba que el agua le cubriera cada centímetro de piel, de ropa. Anoche decidí bajar y sentarme a su lado.
Me miró, me sonrío dulcemente y sólo me pregunto una cosa, ¿tú también crees que el agua te limpiará los miedos?
Y quizás el agua sí que limpie los miedos… o quizás no lo haga… Aquel hombre aún sigue sentándose en el banco cada noche de lluvia, no ha faltado a una sola de las tormentas… quizás tenga demasiados miedos y por eso vuelve y no deja de volver… Y yo poseedora de tantos he pensado que igual que baje aquella noche podría sentarme a su lado en cada una de sus visitas lluviosas… aunque padeciendo de amigdalitis desde la infancia puede que empaparme de agua cada noche no sea demasiada buena idea… y después de mucho pensarlo mientras observaba desde la ventana a aquel extraño del banco, he llegado a una conclusión, o quizás a otro interrogante… ¿el miedo siempre es malo?
Puede que el miedo también sea necesario… Al mirarme al espejo, ese que me devuelve un reflejo que raras veces me gusta, comprendí también que el miedo es parte de la vida… es un fiel compañero… Comprendí que lo difícil es mostrarle la línea que no puede pasar, hacerle comprender que es un compañero de viajes, pero no es el guía… Supongo que sin él el amor no colmaría tanto… supongo que sin miedo todo sería más fácil… pero también he de suponer que con su desaparición tantas cosas perderían valor…
Cuando consigo hacerle ver que su sitio esta a mi lado y no delante de mí… es entonces cuando mis alas vuelven a abrirse con el mismo esplendor de siempre… brillan tan rojas como siempre en el horizonte… es entonces cuando levanto los pies del suelo, levanto la mirada y el hormigueo en la tripa aparece… es entonces cuando vuelvo a sentirme viva… y vuelvo a dormir en nubes de algodón… y siento de nuevo que el sol me ciega con tanta luz… con esa misma luz que desprenden mis labios…
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